Se trata de un magnífico libro que ha sido galardonado con el Premio Nacional de Ensayo en 2020.

Comienza con la escena de una obra de teatro que menciona la ciudad de Alejandría. Continúa con la leyenda de esta ciudad y su biblioteca, ideada por Alejandro Magno y creada por Ptolomeo. Las puertas del edificio estaban abiertas a todos los que tenían aspiraciones literarias. Allí convivieron las palabras de griegos, judíos egipcios, iranios e indios. En ningún lugar había existido tanta información reunida, tanto conocimiento posible, tantos relatos con los que experimentar el miedo y el deleite de vivir.

Más adelante explica que en el tercer milenio a.C. los egipcios descubrieron que podían fabricar hojas para la escritura con los juncos de las aguas del Nilo y durante siglos se escribieron los libros en rollos de papiro. El libro fue desde el principio un objeto flexible, ligero, preparado para el viaje y la aventura. Los rollos de papiro albergaban en su interior largos textos manuscritos trazados con cálamo y tinta. 

Demetrio, que inventó el oficio de bibliotecario, trasplantó a Egipto el modelo de pensamiento aristotélico y poco a poco se fue extendiendo la cultura griega a otros países.

Irene Vallejo hace un recorrido muy largo, ameno y sumamente interesante sobre el comienzo de la escritura y los cambios que han ido surgiendo en los libros a lo largo de la historia: desde los rollos de papiro hasta los libros digitales de nuestro siglo, pasando por la invención de la imprenta. También habla de cuando se relataban cuentos e historias de memoria, antes de que la gente supiera leer. A pesar de la enorme información que proporciona, en ningún momento se hace pesado sino todo lo contrario. Está muy bien documentado y muy bien escrito. Es uno de esos libros que merece la pena leer y releer. 



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