Es una novela policiaca contada en primera persona con buena dosis de humor. Edward, el protagonista principal, vive en un pueblo de Gales que le horroriza, con una tía dominadora llamada Mildred que también le horroriza. Detesta vivir ahí, pero no puede irse a otro sitio porque es la tía quien tiene el dinero en su poder. Sus padres murieron siendo jóvenes y él nunca ha conseguido que su tía Mildred, ni su abuela mientras vivió, le explicaran el motivo. Ni siquiera la gente del pueblo o los vecinos quieren mencionar a sus padres.
El testamento de su abuela fue muy singular. Mediante él, la tía Mildred quedaba convertida en su única tutora y apoderada. Todo pasaba a ser suyo mientras viviera, pero con la condición de suministrar a Edward una renta determinada por ella, mientras él viviera con su tía o en cualquier lugar que ella aprobara. En el caso de que Edward dejara a su tía, ella quedaba desligada de toda obligación moral de ayudarle. Y desde luego que él no está dispuesto a ponerse a trabajar. Tendría que estudiar, pero prefiere leer novelas y vivir de rentas.
Pronto llega a la conclusión de que la única forma de continuar viviendo de rentas pero sin compartir vivienda con su tía es la muerte de esa tía. Si no muerte por causas naturales, habrá que ayudarla a morir. Como indica el nombre de la novela, tiene que idear un asesinato que parezca un accidente. Naturalmente, nadie debe sospechar de su autoría.
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